Recuérdenme
Recuérdenme si me marcho
con ese callado modo
de andarse por la inocencia
que les conozco, que les conozco.
Recuérdenme hijitos míos,
recuérdenme en el asombro,
recuérdenme en la alegría
con que vivimos después de todo.
Recuérdenme en las menudas
palabras con que los nombro
y acaso en las transparencias
de lo celeste que fue tan hondo.
No quiero que me recuerden
en nada que sea penoso,
la vida es una tremenda
esperanza abierta frente a los ojos.
Recuérdenme estando juntos
que siempre sonaba a poco,
recuérdenme en las caricias,
en los juegos y algún enojo.
Acaso no pude amarlos
mejor, pero puse todo,
les pido que me disculpen
lo desatento que fui a mi modo.
A ser padre no se puede
jamás aprender del todo
y ser hijo es tan difícil
que casi siempre se duda el modo.
La vida se apura tanto
y tanto nos dura poco,
lo bueno es que se comprenda
que nada debe intentarse solos.
Las frases que aquí les dejo
no tienen más que un antojo:
pedirles que me recuerden
cuando se miren el uno al otro.
La vida es tan bella, hijitos,
que hablar de la muerte es tonto,
recuérdenme en la alegría
con que vivimos después de todo.
(Teresa Parodi)
con ese callado modo
de andarse por la inocencia
que les conozco, que les conozco.
Recuérdenme hijitos míos,
recuérdenme en el asombro,
recuérdenme en la alegría
con que vivimos después de todo.
Recuérdenme en las menudas
palabras con que los nombro
y acaso en las transparencias
de lo celeste que fue tan hondo.
No quiero que me recuerden
en nada que sea penoso,
la vida es una tremenda
esperanza abierta frente a los ojos.
Recuérdenme estando juntos
que siempre sonaba a poco,
recuérdenme en las caricias,
en los juegos y algún enojo.
Acaso no pude amarlos
mejor, pero puse todo,
les pido que me disculpen
lo desatento que fui a mi modo.
A ser padre no se puede
jamás aprender del todo
y ser hijo es tan difícil
que casi siempre se duda el modo.
La vida se apura tanto
y tanto nos dura poco,
lo bueno es que se comprenda
que nada debe intentarse solos.
Las frases que aquí les dejo
no tienen más que un antojo:
pedirles que me recuerden
cuando se miren el uno al otro.
La vida es tan bella, hijitos,
que hablar de la muerte es tonto,
recuérdenme en la alegría
con que vivimos después de todo.
(Teresa Parodi)
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Ricardo -