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Homenaje al Dr. Claudio Gustavo Dadic

Provinciano entero pa´

Como tantos provincianos

que se tuvieron que ir

buscando un mejor vivir

por no hallar donde nacieron

y no fue porque quisieron,

tal vez por necesidad;

unos quizás a estudiar,

trabajar y progresar.

Así me fui yo también

en aquel viejito tren

de la línea del Urquiza,

con emoción y con prisa

llegamos a Estación Lacroze;

después se vino la noche,

el asombro, la ansiedad

al ver tan grande ciudad:

era la Reina del Plata.

Porhiajú y de alpargata

allí comenzó otra historia,

lo recuerda mi memoria:

durito fue mi pasar

mucho tuve que buscar

un trabajito, un laburo

para salir del apuro

en que me hallaba chamigo,

tuve calor, tuve frío

y un montón de cosas más.

Si me acordé de mamá,

pobre la vieja querida ! 

me acordé que me decía,

preguntaba, mejor dicho,

pero quien ta´e mi hijo

en gente ai gue meterete

el que te mandó a metete

en camisa de once varas.

No fue lo que yo esperaba,

no fue como lo pintaban

los muchachos cuando iban de paseo;

había que lucharla y feo

pero, pero yo en el baile ya estaba.

Y a mi me enseñaron

que aunque no es cosa sencilla,

un calavera no chilla . . .

tiene que bailar nomás,

aña amandererajá

total, total ya maña paché.

Y como el dicho ya ve

que todo el que busca encuentra

al fin, al fin conseguí un trabajo

al fin me hice de un oficio;

con esfuerzo y sacrificio

entraba en la construcción:

albañil y sí señor,

con la pala y el pastón,

en andamio y entre escombro

allí yo agaché mi lomo

en pastones de hormigón.

Presuroso y cumplidor

en un viejo colectivo

colgado iba al estribo

allá por Puente La Noria

con mi viandita al hombro

en aquél bolsito cué

guarajú o semboué

y mama che ambá.

Esfuerzo y mucho sudor

mi largo peregrinar,

el tiempo como al pasar

me va insinuando un regreso

y avanza sin retroceso

la ansiedad y la nostalgia,

los recuerdos de la infancia,

la vieja tierra querida.

Hoy solo pido a la vida

como en un ruego postrer

cuando termine mi ser

por favor, que sea en mi tierra amada,

que sea fértil, abonada,

que en tu verde inmensidad

sea una plantita nomás,

eso, eso te pido taitá.

(Letra: Eugenio Phipps Rodriguez)

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