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Homenaje al Dr. Claudio Gustavo Dadic

Julio

Carlos Barocela
Del libro "Estaciones de un Paisaje”

El invierno ha declarado
su egoísmo de colores.
Julio anda por todo el aire
y en el rostro de los hombres.
Camino junto a la orilla
de un mar que niega su nombre
sin barco y sin espejismo
que me mienta el horizonte.
Camino, sencillamente,
por una arena sin donde
y un cielo casi sin cuando
donde la luna se esconde.

Sobre esta playa la amaba.
Sobre esta arena su nombre
quedó escrito alguna tarde
con mano de dos colores.
Sobre esta orilla sin nadie
fundamos un horizonte
de dunas acongojadas
y de adúlteros reproches.
Sobre esta arena, la misma 
donde miramos un Norte
de peces y cortaderas.
Sobre esta playa sin donde.

Si la miro desde lejos
se me aparece de pronto:
niña de pechos azules
bajo un cielo tan enorme
que nos llenaba la sangre
de eternidad y de noche.
Si la miro... pero el aire
va escondiendo su reproche
y apenas un tamarisco
finge su cuerpo sin hombre.
Niña de pechos azules:
julio ha borrado tu nombre
y soy consorte del aire
y del miedo soy consorte.

Por eso: ¿cómo decirte
la enormidad de esta noche?
Los árboles se acongojan
y el Faro, en el Sur, se rompe.
El mismo Faro que vimos
cuando el aire era más noble
y yo andaba por tu cuerpo
niña del mar: que mi nombre
te quede escrito en el vientre 
que compartí con la noche.
Porque el invierno declara
su ajena oración de monje
y los pinos se disfrazan
de luto en el horizonte.
Porque julio se ha venido
tan de adentro y tan de golpe
que no sé cómo decirlo
de un modo que no te asombre.

Me estoy muriendo de tiempo
sobre el vientre de la noche.

(Muchas gracias Daniel Altopiedi)

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