Mayo
Apático e indeciso
entre ser de un modo u otro
mayo promete el invierno
sin dejar de ser otoño.
En la mañana temprano
se lo descubre de pronto
con su costumbre de escarcha
practicando en los contornos:
cuando va inventando heladas
sobre la piel de los troncos
o poniendo una bufanda
blanca al cuello de los olmos.
Mayo gris. Mayo celeste
pero celeste de un modo
tan heredado del hielo
que no es celeste del todo.
Mayo para ir recorriendo
un aire brusco y rugoso
en que los árboles altos
se mecen codo con codo,
cuando los pájaros tratan
un canto sin alboroto
y las cortaderas-niñas
tienen el pelo canoso.
No obstante la edad del año
mayo es casi cauteloso:
lleva un cuchillo escondido
debajo del sobretodo
y un vicio de lana opaca
en el fondo de los ojos.
Cuando se tiende en la playa
bajo su cielo sin hondo
todo el aire lo recorre
desde la pena al asombro
y una confianza de arena
le baila sobre los hombros.
Mayo es un niño que muere
antes de haber visto todo
por eso muere de blanco
con una flor en el fondo.
¿Alguien lo ha visto en la Villa?
Yo lo he visto con mis ojos
enredado entre las ramas
que vació su propio antojo.
Apático e indeciso
entre ser de un modo u otro:
ya prometiendo el invierno
sin dejar de ser otoño.
(Letra: Carlos Barocela; del libro "Estaciones de un paisaje" (Romances de la Villa)
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