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Homenaje al Dr. Claudio Gustavo Dadic

Al llegar

Con ansiedad sostenida

voy arribando a mi pago,

ese es el mejor halago

que a mi se me puede dar.

La tibia arena pisar,

saludarme con la gente

esa que, sencillamente,

feliz se suele brindar.

 

Ya voy pasando la loma

y se vislumbra el paisaje

que esplendoroso se asoma

en colorido mensaje.

De repente, compungido,

voy cruzando el cementerio

donde se encierra el misterio

de aquellos que ya se han ido.

 

Allí nomás, al alcance

de mi vista ya menguada

esa Virgen venerada,

La Señora de Itatí.

Y por fin el campanario

de la iglesia parroquial

que se yergue colosal

tan vigente y centenario.

 

Tantos recuerdos que guardo

de mi niñez inocente,

monaguillo recurrente

de alguna celebración.

Y no es menos la emoción

al pisar la vieja iglesia,

la que el buen paisano aprecia

con cristiana y sana unción.

 

Y San Antonio, patrono,

se me ocurre, complacido,

al verme restituido

al seno de su heredad.

igual les debe pasar

a residentes viajeros

que con amor verdadero

suelen siempre regresar.

 

Y después las romerías,

las bailantas, procesión,

eso que llaman unción

en jolgorio y alegría.

 

(Letra: Salvador Miqueri)

 

 

 

 

 

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