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Homenaje al Dr. Claudio Gustavo Dadic

La primaria

Hube una vez un niño... Me recuerdo...
un blanco delantal y una cometa,
asomado gorrión en la cornisa
en una incomprensión de suma y resta...
La vida multiplica pero a veces
divide y no nos dan muy bien las cuentas.

Un pizarrón de luto, torvo y grave,
ponía en situación a la materia
y con la boca oscura conjugaba
su barbarie verbal de muchas letras...
(Ese negro animal le devoraba
la carne del recreo a mi impaciencia).

Y entonces, entre abyectos y sus sombras, 
surgía aquella luz del alma tierna
para espantar los miedos del aplazo
con su ya consabida penitencia
y el pupitre era un jardín con mariposas
con un perfume a tiza y madreselvas.

Era como mirar el bien, mirarla,
era como tocar la primavera,
se que a su corazón lo repartía
y que lo daba así, a manos llenas,
como quien parte el pan y da a los otros
sin pensar alguna vez cuanto le queda.

...Y ese nombre de ahí, color recuerdo,
en la parte de atrás de la carpeta,
ese veloz llamado de la sangre
que mezcla la emoción y la vergüenza
fue propiamente el nombre del principio
con que el amor decía la pureza.

Uno... Puede decir que todo pasa,
callarse a los demás sus elocuencias,
negarse a la ternura de haber sido
el niño que una vez lloró al perderla...
O puede ser feliz y hacerse cargo
que nunca se olvidó de aquella escuela.

¡Alto!... Párese ahí “señor del tiempo”
que vengo con un diez en la libreta.

(Letra: Gustavo Machado)

 

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