Piñata
Los que se esfuerzan tras la venda
pretenden detectar el objetivo
que pende de una piola basculante
en el centro de aquél círculo de niños.
En puntitas de pie trastabillando,
jadeando al descargar cada mazazo,
el niño busca un golpe que certero
desparrame sorpresitas por el pasto.
Detrás de aquél pequeño agazapado
los otros niños ya palpitan la caída
y alientan y acompañan cada golpe:
más fuerte, más abajo, más arriba.
La piñata, al fin, estalla hecha jirones
desparramando su arsenal de fantasía
sobre la turba expectante que gritando
la toma por asalto en la gramilla.
Es a suerte y verdad aunque está claro
que el tamaño de la mano siempre importa,
de última, nos vamos preparando,
la vida está repleta de estas cosas.
Por eso nunca me han gustado las piñatas,
metáfora brutal de nuestros días,
donde hablar de sumar parece extraño
y tendernos la mano una osadía.
(Letra: Eduardo Larbanois y Mario Carrero)
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